viernes, 8 de febrero de 2013

De la intensidad y de las decisiones.

Si uno quiere escribir necesita disciplina como en cualquier otra actividad. Pero además uno necesita tener algo sobre qué escribir. Unos buscan experiencias "locas" o intensas o tratan de vivirlas a través de otras personas. Otros, como yo, somos sedentarios, tranquilos, pacíficos y hasta aburridos y la única intensidad que vivimos son nuestros pensamientos y sentimientos.

Luego uno se pone en su plan de bajarle a la intensidad. De tomar la vida más tranquilo, como lo que e: un montón de cosas que pasan y nosotros reaccionamos a ellas.Y si antes escribíamos ya no lo hacemos porque no tiene caso profundizar en algo que sólo pasó y la vida sigue y esas cosas deben quedar en el pasado.

Uno cree que cambia a medida que crece. Uno va tomando decisiones que pueden ser fáciles o difíciles, con o sin consecuencias sin importar si nos detuvimos mucho a pensarlo o no. A veces esas decisiones sorprenden y otras no. Y uno por eso cree que cambia, que ya no es la persona que era. Eso pensaba hace tiempo pero ahora creo que jamás cambiamos, sólo luchamos contra los aspectos menos civilizados de nuestra naturaleza para poder avanzar y sólo hace falta un golpe para que uno quiera regresar a esos malos hábitos que fue dejando. Y cuestionas todo lo que te enseñaron pero en el fondo tienes miedo de no hacer lo que se supone que debes hacer. No sabes si la toma de malas decisiones te convierte en una mala persona o sólo en una persona estúpida y no sabes si es mejor ser malo o estúpido.

A final de cuentas uno no debe ahogarse en sus pensamientos o sentimientos ni tampoco inflarse con ellos. Habemos personas que sólo llevamos la intensidad por dentro y tal vez ahí debería quedarse porque luego uno se pone a escribir esas cosas.