miércoles, 25 de mayo de 2011

de la muerte

Tengo días, casi semanas con la idea en la cabeza de la muerte. Es más, tengo más de un mes con esa idea dándome vueltas. Es que oí una canción en dónde parte de la letra dice "Are you afraid to die?"

La respuesta debe ser "no", porque te mueres y ya, se chingó. Si hay algo o no hay nada después de la muerte es algo que no pienso discutir, pero que descubriremos cuando ya felpemos. El punto que quiero tratar es que a mí sí me da miedo morirme.

Me da miedo morir no por el hecho en sí de la muerte. Ese es inevitable y creo que sería estúpido temerle a algo así. A mí me da miedo porque no he hecho nada que me haga trascender. Dicen que todos, antes de morir, deberíamos escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Yo he escrito dos tesis pero aún así no siento que ninguna de ellas me va a hacer ser recordada. No he plantado ningún árbol aunque tengo dos cactus y no... no tengo hijos y no sé si los vaya a tener. No he hecho nada que me haga ser recordada. Sí, sí tengo amigos y así que digan "qué gacho que la Teli se murió" pero nomás. Creo que uno no piensa en serio que se va a morir.

Hace tiempo, el vecino de una amiga se murió en un accidente en moto. El chavo sacó su casa a crédito, un carro y la mentada moto. Les dijo a sus papás que se fueran a vivir con él y que se muere. Mi amiga le ayudó a la señora con el papeleo para que no les quitaran la casa y el carro que estaban a nombre del hijo que se murió. Con esto quiero mostrar cómo uno no piensa que se va a morir. Ni él ni sus papás pensaron que estarían en esa situación y él sacó todo a su nombre. Yo no tengo ni 5 centavos para que mi gente no gaste en mi funeral. Tengo servicio médico pero jamás lo he usado y no sé qué papeleos tenga qué hacer en caso de que lo necesite. Si me muero voy a ser una vil carga para mis familiares. Y ni qué decir de que van a tener qué ver todo el mugrero de mi cuarto y las cosas que no quiero que vean.

Sí, me da miedo morir porque no he hecho nada para trascender. Nada que me haga "inmortal" ni recordada más allá de familiares y amigos. Si me muero no habrá alguien más que sepa quién fuí. La neta, sí me da chingos de miedo morir.

lunes, 23 de mayo de 2011

De los besos bien dados.

Han habido dos besos en mi vida que han hecho que me perdiera en ellos. Aunque el segundo fue más bien un conato de beso, el primero fue como desaparecer el mundo y concentrarlo en mi pecho. No he vuelto a sentir un beso así en donde no sienta nadamás que sus labios y el aire de primavera.

Tengo ganas de un beso de esos que dejan volando y sin aliento. De esos besos que das con todo tu cuerpo y dejas de ver el mundo alrededor y todo se concentra en tus labios y en los suyos y te queda su olor y sabor impregnado horas... a veces, incluso años.

De esos que deseas mucho tiempo y buscas y pierdes y él desea y busca y pierde. De esos besos que son precedidos de muchos besos no dados.

Tengo ganas de un beso más íntimo que el sexo y me deje vulnerable y a él también.
Quiero un beso que termine en sonrisa idiota.

Del dolor crónico.

más que te vale que seas feliz y que lo seas mucho.

Tú sabes que salir adelante cuesta mucho. Lo sabes muy bien. En estos meses me he puesto a pensar en que estoy realizando un gran esfuerzo y varios sacrificios por tener un buen futuro, por querer hacer lo que yo quiero y me estoy privando de cosas que ya podría tener o haber tenido desde hace mucho pero me estoy preparando. Y sabes que odio privarme de cosas que quiero.

Estoy haciendo cosas que me encantan. Amo mi trabajo. Hago cosas que no creí que podría llegar a hacer y soy muy feliz cuando entiendo y lo soy más cuando opino y mi opinión es escuchada y valorada. Y me encantaría poder compartirte esas cosas. Aunque no me entendieras. Por eso más te vale que seas feliz. Porque estoy batallando mucho, porque sigo adelante y trato de ser lo más feliz que puedo y me estoy conviertiendo en una persona más conciente de sí. Y odio no poder contarte de lo feliz y emocionada que estoy.

He juntado algo de tierra. Tú decías que la necesitaba. No mucha, he de admitir. Me he dado cuenta de que no soy tan buena persona como creía y he cometido muchos errores. Estoy bien y estoy feliz aunque te extraño como loca. Lo que más me pesa es no encontrar a alguien que me interese como tú me interesabas. No debería ser difícil pero lo ha sido.

A pesar del dolor creo que lo mejor es que cada quién siguiera su camino aunque me muera de ganas porque se volvieran a cruzar y ahora camináramos juntos. Y ojalá tú sí estés muy feliz y no te hagan falta muchas cosas o por lo menos no te agobies. Porque déjame decirte que si no estás mejor sin mí yo sí estoy mejor sin tí, pero me duele mucho estarlo.

Gato de casa.

Pues es que no es lo mismo ser "mansita" que "mensita".

Yo estoy domesticada. Me gustaría decir que soy salvaje y que necesitan domarme pero no. Mansita como gato de casa.

Y cual gato de casa, tengo mi instinto de jugar a cazar ratones y cucarachas y llevarlos a mi amo para que sepa que, aunque doméstica, soy "salvaje" y eso jamás se me quitará. Y puedo salirme y jugar a ser gato rudo y tal vez no aparecerme en mucho tiempo pero terminaré regresando a casa porque de ahí soy. Y siempre tendré mi instinto y no dejaré de saber valerme por mí si necesidad de dueño. Además, de buscar cariñito cuando necesite y alejarme cuando necesite mi tiempo y espacio para seguir siendo gato. Y tengo garritas para defenderme pero no lastimar. Y como gato... el día que ya no está feliz, se va.

Y si tuviera crías espero ser buena madre gata. Protectora pero enseñándoles que tienen que ser libres e independientes y aventarlos al ruedo pero sin dejar de observarlos. Ojalá sea así.

Pero ya soy gato grande. Ya tuve dueño y ahora busco otro. Y soy arisca y busco cariñito y trato de acomodarme pero si no me convence el hogar, pues me voy, pero sigo buscando. Y si yo no les convenzo, me dan cariñito y me sacan. Como gato, sé que puedo sola, que no necesito casa, ni dueño y no se me tupe, pero ya conocí la comodidad de un hogar y lo quiero de nuevo.

Yo soy mansita como gato de casa.

De las borracheras para olvidar.

"tomo para ahogar mis penas... pero las muy jodidas flotan!"

Qué cierto es eso. Tomo y me relajo, sigo tomando, me pongo feliz y luego te recuerdo y trato de beber tu recuerdo.

Y bebo tu olor, tus besos y tu piel. Y bebo tu sonrisa y la forma en que me mirabas. También las risas y las pláticas en la oscuridad y esas caminatas de toda la tarde y toda la noche cuando me enamoraba de tí.

Me las paso con limón, con jugo e incluso con agua. Los planes y las promesas los tomo derecho, para que raspen y luego ya no quiero nada. Ya todo me sabe mal, ya nada me gusta y me voy a mi casa en donde todo me lo guardo y no lo regreso. Quiero que me lastime para ver si así dejo de beberte.

en la mañana: la cruda.

Las pequeñas victorias. La felicidad chiquita.

Entiendo que la felicidad es el camino, no el destino. Entiendo que las vida nos pega duro para apreciar las cosas que tenemos (aunque me parece una relación abusiva) y también entiendo que la felicidad es una constante búsqueda. Sin embargo, creo que ese camino pedregoso y difícil tiene sus remansos. Esa es la felicidad chiquita.

No sé cuál sea la felicidad grande. Supongo que es esa cuando vas caminando por la tarde hacia tu casa con el pan para merendar en familia y ves las semillas de diente de león volando y piensas "soy feliz". O cuando estás acostada viendo televisión y esa persona a quien amas te pone la mano en la cadera y mete sus dedos entre tu ropa interior sin mayores intenciones que sentir tu piel mientras ve la misma película vieja. O cuando un niño busca protección contigo. Yo supongo que es esa porque viene de todo y de nada. Es cuando sientes que estás haciendo bien las cosas. Supongo, no lo sé.

Lo que sí sé es cuál es la felicidad chiquita. Son esas cosas que te impiden mandar todo al demonio cuando estás a nada de hacerlo. Son las pequeñas victorias de todos los días. El artículo publicado, la solicitud aprobada, el pleito ganado, el halago de tu jefe. Esas cositas que te dan fuerza y un momento de respiro antes de sentir el golpe que sigue. Y la felicidad chiquita es hermosa porque llega y es explosiva y te llena y mueres de cansancio pero quieres más, no quieres dejar irse al impulso y continúas.

A pesar de todo lo que he dicho, las felicidades chiquitas no hacen una felicidad grande.
Pero ayudan mucho.