Como
adicta contando los días.
Con
síndrome de abstinencia.
Felicitándome
por cada victoria.
Diciéndome
que no recaiga.
Y tú
como dealer que ya no me surtirá.
Estúpida
inercia.
Estúpido
y delicioso caos.
Estúpidas
hormonas y estúpidas ganas.
Estúpido
tú, estúpida yo.
No.
Estúpido sólo tú.
Esperaba
más de tí. ¿No que muy inteligente?
ah.
Siempre lo supiste.
Te
pasaste y te pasaste de pendeja.
Y
ahora guarda tus lágrimas para quién todavía tenga paciencia.
Y
ahora, cállate pinche espejo y déjame salir a la vida.
Dramitas.
Y no estás a gusto sin ellos.
Sin
llenadera. Y nomás haces más grande el hoyo.
¿No
podías buscar adrenalina en otro lado?
Dices
ya no, pero no te quitas.
No
aprendes. Y buscas y repites.
Yo
ya no juego. Yo aquí me bajo.
Tú
cráneo me queda chico y tu corazón, grande.
Y así
andas por la vida. Toda al revés.
Bendiciones
y luz.
Buenas
vibras y los mejores deseos
para
que el karma no me chingue.
Que
Dios te bendiga y que de mí no se olvide.
Que
te vaya como te tenga que ir y que a mí me vaya bien.
Que
chingues a tu madre como me chingaste a mí.
¿Yo
qué, pinche puta?
Si yo
ni te hablo, yo ni te veo, yo ni te oigo.
¿A
qué chingados vienes?
Aprende
a coger. Eso deberías hacer.
Aprende
a coger y a dejar de chingar.
Porque,
mira:
Yo
no vo’aprender a maullar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario