Yo ya no te recuerdo.
Bueno, sí, pero muy pocas veces.
Entre el trabajo, los amigos, la familia y las cosas de todos los días que jamás se acaban, ya no te recuerdo. Estoy bien, estoy feliz, tengo cosas qué hacer y los fines de semana cada vez son menos pesados.
Lo malo es cuando de repente, sin que haya nada que me recuerde a tí, me llega claro a la memoria algo que pasó entre nosotros, o que hicimos o dijimos. Y llega como una aguja que se clava en algún lugar entre el corazón y la cabeza y mis ojos se llenan de lágrimas que lloro para adentro aunque alguna logra llorarse para afuera.
Por qué pasa eso? a veces he querido creer que es cuando te acuerdas de mí y, de alguna manera cósmica, así es como logramos estar unidos. Luego pienso que pueden ser momentos en los que una parte de mí muere en tí o que alguna cosa, de manera subconsiente, me hizo recordarte. Al final, siempre descarto la primera opción.
Pero en serio, ya no te recuerdo como antes y, aunque no estoy bien, estoy mejor. Sólo son esos momentos-aguja los que me duelen. Yo no sé qué vaya a pasar con las lágrimas que lloro para adentro. No sé si salgan después o las vaya a reciclar llorándolas para afuera por algo más. Lo que sé es que me dueles menos tiempo pero cuando me dueles, me dueles mucho. Aún así, prefiero el dolor agudo, al crónico.
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