lunes, 23 de mayo de 2011

Las pequeñas victorias. La felicidad chiquita.

Entiendo que la felicidad es el camino, no el destino. Entiendo que las vida nos pega duro para apreciar las cosas que tenemos (aunque me parece una relación abusiva) y también entiendo que la felicidad es una constante búsqueda. Sin embargo, creo que ese camino pedregoso y difícil tiene sus remansos. Esa es la felicidad chiquita.

No sé cuál sea la felicidad grande. Supongo que es esa cuando vas caminando por la tarde hacia tu casa con el pan para merendar en familia y ves las semillas de diente de león volando y piensas "soy feliz". O cuando estás acostada viendo televisión y esa persona a quien amas te pone la mano en la cadera y mete sus dedos entre tu ropa interior sin mayores intenciones que sentir tu piel mientras ve la misma película vieja. O cuando un niño busca protección contigo. Yo supongo que es esa porque viene de todo y de nada. Es cuando sientes que estás haciendo bien las cosas. Supongo, no lo sé.

Lo que sí sé es cuál es la felicidad chiquita. Son esas cosas que te impiden mandar todo al demonio cuando estás a nada de hacerlo. Son las pequeñas victorias de todos los días. El artículo publicado, la solicitud aprobada, el pleito ganado, el halago de tu jefe. Esas cositas que te dan fuerza y un momento de respiro antes de sentir el golpe que sigue. Y la felicidad chiquita es hermosa porque llega y es explosiva y te llena y mueres de cansancio pero quieres más, no quieres dejar irse al impulso y continúas.

A pesar de todo lo que he dicho, las felicidades chiquitas no hacen una felicidad grande.
Pero ayudan mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario